La Dirección General de Culturas Populares celebrará en 2018 sus 40 años
La Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU) de la Secretaría de Cultura celebrará con un amplio programa de actividades en este 2018 que cumple 40 años de contribuir a la promoción, estudio, conservación, difusión y desarrollo de las culturas populares de México, con políticas públicas de impulso a la diversidad cultural y la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial.
El objetivo de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas es trabajar en la preservación y fortalecimiento de las manifestaciones que dan sustento a las culturas de los pueblos originarios, la población mestiza y afrodescendiente en el ámbito de las culturas y tradiciones regionales, urbanas y rurales de México.
La instancia tiene sus antecedentes en 1978, cuando fue fundada por el etnólogo y antropólogo Guillermo Bonfil Batalla (Ciudad de México, 11 de enero, 1935 – Íbid., 19 de julio, 1991) como la Dirección de Arte Popular de la Subsecretaría de Cultura, adscrita a la Secretaría de Educación Pública; en 1983 se convirtió en la Dirección General de Culturas Populares y luego, con la creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, se integró como parte de éste. Actualmente es la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas de Secretaría de Cultura que encabeza su titular, María Cristina García Cepeda.
El director general de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, Jacinto Chacha, dijo en entrevista que este año será de celebraciones, pues se llevarán a cabo el Encuentro Regiones, el Festival Nacional de las Culturas Populares en el que participarán las seis zonas en las que se desarrolla el trabajo de Culturas Populares: Sotavento, Huasteca, Tierra Caliente, Yoreme, Maya e Istmo.
“Las regiones estarán representadas artísticamente, pero también en la parte académica, social e institucional, en discusiones, debates, en la generación de conocimientos y saberes. Habrá cuatro galas donde la gente va a poder disfrutar desde el mayapax de Quintana Roo hasta la música de los rarámuri, las danzas yoreme de venado, pascolas, hasta la danza de negros del son de artesa o la danza de diablos de Collantes o el son sotaventino jarocho o la marimba”.
El funcionario destacó que este encuentro será una gran fiesta y una radiografía de músicas y tradiciones dancísticas y poéticas de las seis regiones en las que se operan los programas regionales que la dirección ha impulsado y en los cuales están articulados 22 estados.
Este año, la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas también invitará a todos a juga con la nueva exposición de gran formato Trompos, papalotes, canicas y algo más, en la que se mostrará la gran variedad de juguetes tradicionales que hay en México.
Jacinto Chacha refirió que en esta gran exposición, chicos y grandes podrán o bien reencontrarse con los juguetes tradicionales o descubrirlos pues muchos no tienen ni siquiera idea de su existencia, por lo que además de estar en exhibición, se harán demostraciones, juegos y torneos para fomentar su uso.
Asimismo, como parte de las actividades para celebrar los 40 años de la DGCPIU, se realizará el Encuentro de Cultura Comunitaria y Circuitos Regionales, en el que se vincularán todos los colectivos que se han financiado para recuperar experiencias de qué se ha hecho, cómo y cuáles han sido los resultados obtenidos.
Se trata agregó —Chacha Antele— de visibilizar y profundizar lo realizado desde quienes han estado en la trinchera, los propios colectivos, a fin de aprovechar las experiencias de éxito para atender, desde la cultura, más y mejor el tema del tejido social en escenarios de violencia.
El encuentro será de carácter internacional y se invitará a exponentes de otros países como Colombia, Chile, Costa Rica y Brasil que han tenido escenarios parecidos, para analizar las estrategias que han desarrollado y sus experiencias metodológicas, refirió.
Por otro lado, este año continuará el Foro: Patrimonio Cultural Inmaterial. Derechos Colectivos que, realizado junto con el Senado de la República, en 2017 tuvo una primera edición con el objetivo de trabajar en la construcción de un marco jurídico que proteja la propiedad ancestral de los pueblos originarios de México.
En ese primer foro participaron especialistas quienes discutieron la importancia de dar protección jurídica a todo el cúmulo de conocimientos, saberes y diseños de los creadores y sus pueblos, y para este 2018 se espera la realización de dos encuentros más.
El titular del DGCPIU destacó que en el siguiente foro se contará con la representación de los pueblos originarios que han tenido conflictos por plagio como ha sido el caso de los diseños de Tlahuitoltepec y los famosos tenangos, que han sido copiados con fines comerciales.
En el tercero de estos foros se tiene contemplada la participación de la iniciativa privada, así como de fundaciones y organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, a fin de contribuir a la conformación del marco jurídico para la protección del patrimonio cultural inmaterial de los pueblos originarios de México.
En este 2018 también saldrán las convocatorias al Premio Nacional de la Cerámica así como al Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas, para el fomento a la creación.
El Festival Regional de la Huasteca, que llegará a su edición XXIII, tendrá lugar en Veracruz; asimismo se llevará a cabo en la Ciudad de México el Encuentro Tradiciones y Fusiones Musicales. Propuestas Indígenas, que da visibilidad a los proyectos estéticos en lenguas originarias.
Jacinto Chacha indicó que está prevista la realización de los Encuentros Regionales del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC), donde se presentan los resultados de las propuestas que obtuvieron financiamiento y que incluyen grupos de música, danza y productos artesanales, con conversatorios sobre experiencias y la generación de redes de intercambio.
Este 2018, las celebraciones de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas arrancarán a fines de enero con la tradicional Feria del Tamal que se realiza cada año en el Museo Nacional de Culturas Populares y que es uno de los eventos más visitados en ese recinto.
La milpa, la música indígena y la Huasteca, aspectos fundamentales en la difusión de las culturas populares
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A lo largo de este 2017, diversas iniciativas en torno a la milpa, la música indígena y el desarrollo de la Huasteca, además de cuatro importantes ferias artesanales, se llevaron a cabo por la Secretaría de Cultura para el fomento e impulso de la cultura popular.
El Museo Nacional de Culturas Populares fue sede de la exposición La milpa. Espacio y tiempo sagrado que puso nuevamente en el escenario a este sistema de cultivo y que luego de casi un año de exhibición, registró más de 70 mil visitantes.
El titular de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU), Jacinto Chacha Antele, apuntó que esta muestra, además de la parte museística, se desarrolló con un esquema integral de difusión y promoción para permitir tanto al público general como al especializado, acercarse a uno de los temas más apasionantes del mundo mesoamericano, que es la milpa.
Junto con otras instancias como el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de la exposición de gran formato titulada La milpa. Espacio y tiempo sagrado, se montaron otras más pequeñas como La milpa. Pueblos del maíz.
Además, se tuvieron otras actividades relacionadas con el tema, desde el mundo de la ciencia, el medio ambiente y la cultura. Por ello, hasta se instaló una milpa sustentable, iniciativa que busca recuperar este sistema de cultivo mesoamericano.
Por otro lado, la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas este año hizo ajustes y modificaciones al programa “Tradiciones y fusiones musicales.
Propuestas indígenas” a fin de fortalecer su apertura a otros géneros además del rock y el hip hop, lo que permitió a jóvenes indígenas participar libremente con sus propuestas estéticas de otros ámbitos.
Chacha aseguró que “fue extraordinario contar no solo con rock y hip hop, sino eso y más” en el encuentro nacional que este año convocó a 15 agrupaciones de diversos estados del país, quienes compartieron sus propuestas musicales aderezadas con la palabra en sus lenguas originarias.
Fueron dos magnos conciertos los de este encuentro que por primera vez se realizaron en Las Islas, espacio emblemático de Ciudad Universitaria de la UNAM.
Se dio visibilidad a lo que hacen los músicos indígenas y que adicionalmente incluyó conversatorios con personalidades de la talla de Arturo Márquez y Guillermo Velázquez.
En cuanto al Festival Regional de la Huasteca, que este año llegó a su edición número XXII, el director de Culturas Populares destacó que mantiene su trascendencia como el máximo foro de expresión de los creadores y artistas de la región.
Del 18 al 22 de octubre, esta fiesta huasteca que se llevó a cabo en Jalpan de Serra, Querétaro, convocó alrededor de 500 creadores que compartieron sus manifestaciones musicales con tríos huastecos y bandas de vientos, sus danzas tradicionales, artesanías, muestras de cocina y medicina tradicional, además de un homenaje a los tiemperos que son toda una tradición del mundo mesoamericano.
Este año, el encuentro registró una afluencia de más de 35 mil visitantes, quienes disfrutaron de 69 actividades que por primera vez, llegaron a otros tres municipios de la Sierra Gorda de Querétaro, además de la sede central en Jalpan de Serra.
Adicionalmente, este año se realizaron cuatro grandes expo-ferias en el Museo Nacional de Culturas Populares, las cuales se han constituido como importantes momentos para la artesanía y los artesanos de México y que arrancaron con la Feria del Tamal que cada año es la más visitada y se ha convertido en todo un acontecimiento asociado al tema de la Candelaria.
Después se realizó la feria del rebozo y a principios de diciembre la de Tradiciones Artesanales de México centrada en los nacimientos, que contó con la participación de 46 organizaciones de artesanos para acompañar la apertura de la exposición Venid a mirar… Y abrid el corazón a las cosas pequeñas. Nacimientos de tradición que este año presenta 220 nacimientos provenientes de todos los rincones del país, de la colección de Celia Chávez de García Terrés.
Chacha Antele destacó que una de las exposiciones más trascendentales que este año tuvo el Museo Nacional de Culturas Populares fue Bordando mis derechos, realizada junto con la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Esta iniciativa convocó a artesanos de la Sierra Negra de Puebla quienes libremente plasmaron en sus creaciones 10 derechos humanos relacionados con los pueblos originarios. La exposición incluyó conversatorios sobre el tema y dos actividades similares en Papantla y Oaxaca.
El funcionario recordó que ante los acontecimientos dramáticos suscitados tras los sismos registrados en el mes de septiembre, la DGCPIU desplegó importantes esfuerzos en el terreno de la solidaridad.
Primero, el Museo Nacional de Culturas Populares funcionó como centro de acopio y junto con la Dirección General de Publicaciones también recaudó libros para llevarlos a comunidades afectadas de Puebla, Morelos y algunas zonas de la Ciudad de México, como Xochimilco e Iztapalapa.
Después desarrolló una estrategia de apoyo a los artistas damnificados que, al mismo tiempo, fue de solidaridad de los artistas locales con las personas damnificadas, la cual inició en Juchitán, Oaxaca con músicos como Martha Toledo, José Hinojosa, Gustavo López y Feliciano Marín, quienes recorrieron diversas comunidades, llevando mensajes de solidaridad y esperanza.
Finalmente, en el mes de noviembre tuvo lugar la tercera edición de la Feria del Libro de Cocina Tradicional (FLICO) y que durante este 2017, se editaron cuatro libros más de la colección Cocina Indígena y Popular, que se vio enriquecida con los recetarios que rescatan y preservan los guisos de zonas como el Desierto de Altar y la Costa de Chila, además de las historias de la cocina xiqueña y las recetas mayas de Campeche.
El fin de año de las poblaciones originarias significaba el cambio de autoridades tradicionales
Las culturas precolombinas, en su interacción con la naturaleza, desarrollaron una cosmogonía basada en ceremonias y rituales que les permitió conformar sus principales calendarios.
Con la Conquista y la Evangelización, estas celebraciones sufrieron muchos cambios, adaptándose a estos ritos las festividades religiosas cristianas. Con ello, las poblaciones indígenas adoptaron el calendario occidental o gregoriano y ajustaron en él sus antiguas creencias.
Uno de los principales festejos de las poblaciones indígenas producto de este sincretismo es el cambio de poderes, de varas o de bastones de mando, para conmemorar la renovación de autoridades.
Las llamadas “Autoridades Tradicionales” tienen un peso muy importante en las comunidades. Son elegidas por su prestigio, reconocimiento, sabiduría, trayectoria o valores éticos, y reciben nombres distintos: Consejo de ancianos, fiscales, mayordomos, topiles, gobernadores y comuneros, entre otros.
“Las autoridades anteriores a la Conquista tenían varias características que subsisten todavía entre sus descendientes en México. Respondían a su "calpulli" o barrio. Cada barrio tenía un gobierno propio y era más o menos independiente. Eran los ancianos de cada barrio, reunidos en consejo, los encargados de nombrar a los funcionarios responsables de llevar a cabo sus instrucciones en la comunidad”, señala la investigación "Usos y Costumbres en Comunidades Indígenas y Procesos Políticos-electorales”, de la Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral y Educación Cívica del Instituto Nacional Electoral.
En la actualidad, estas autoridades son consultadas para tomar decisiones y fungir como mediadores de conflictos. Se eligen mediante asambleas comunitarias cada inicio de año, aunque no existe un modelo general para su organización y representación.
Las autoridades tradicionales coexisten y comparten poder con las autoridades oficiales: síndicos, comisarios o presidentes municipales. Ambas pueden articularse en sus funciones, por ejemplo, las autoridades tradicionales gobiernan hacia el interior de la comunidad, y las oficiales trabajan en relación con instituciones estatales externas.
De esta manera, el rol de las autoridades comunitarias, simbolizadas con el bastón de mando o vara, es muy importante, ya que de ellas depende la transmisión de los conocimientos ancestrales para mantener la armonía y conducir a la toma de decisiones. A partir de este diálogo y el consenso colectivo, con la asesoría del Consejo de Ancianos, se fortalece la identidad, la equidad y la democracia de los pueblos indígenas.
El hecho de que esta renovación de poderes se lleve a cabo cada inicio de año, tiene que ver con que es época propicia para los cambios, para proponer metas y establecer propósitos. El proceso está relacionado con el fin del ciclo agrícola –periodo de sequía–, cuando el sol tiene menos fuerza, es época de fríos y la tierra empieza a prepararse para el siguiente periodo de fertilidad.
Aunado a esto, la mayor libertad de culto, de creencias y de prácticas religiosas ha hecho que muchas poblaciones indígenas retomen sus ritos y ceremonias antiguas. Entre las principales poblaciones que han sincretizado sus ceremonias propias con el festejo del año nuevo gregoriano, se encuentran los rarámuris o tarahumaras, los tzotziles, los huicholes, los chamulas y los otomíes.
“En la región tzeltal-tzotzil perduran, posiblemente como en ninguna otra parte de México, dos grupos distintos claramente definidos, a saber: los que reclaman directa o indirectamente ser descendientes del núcleo conquistador y que a sí mismos se apellidan ladinos o latinos, y la masa indígena, vencida y subordinada, a la que se denomina indios", refiere Gonzalo Aguirre Beltrán en su libro “Obra Antropológica IV. Formas de Gobierno Indígena”.
Y añade: "Existen las autoridades políticas, las religiosas y las eventuales. Las autoridades políticas son electas por consenso y duran todo el tiempo que el pueblo quiera, aunque se tienden a ajustar ahora a los tiempos constitucionales, y su función es la resolución de los conflictos en la comunidad. Las autoridades religiosas no son electas, sino se constituyen como autoridad por la vía de los hechos, acumulando prestigio con el tiempo, y su función es casar, curar e interpretar los sueños. Las autoridades eventuales, por último, son electas como su nombre indica para ocasiones especiales”.
El hecho de que el calendario festivo esté estrechamente relacionado con el ciclo agrícola, provoca que muchas de estas celebraciones sean en realidad ritos indígenas hacia las fuerzas de la naturaleza y sus periodos o temporadas de lluvia, de siembra y de cosecha.
Entre los cambios de poderes más significativos se encuentra el de los huicholes. Para este pueblo, las varas no sólo son una representación del poder, sino que simbolizan el poder mismo. Cada vara representa una deidad y ellas son las que transfieren el poder a los ancianos.
Esta renovación de autoridades tradicionales se convierte en la mayoría de las comunidades en una verdadera fiesta, tanto para agradecer a los mandos salientes como para dar la bienvenida a los nuevos.
Primer Encuentro Nacional de Maromeros
Por primera vez artistas de la maroma, expresión ritual y festiva que se lleva a cabo durante las fiestas patronales en el sur de México, se reúnen con motivo del Primer Encuentro Nacional de Maromeros en Cuautinchán, Puebla, el 6 y 7 de enero. Se trata de equilibristas, acróbatas, payasos, trapecistas y músicos de banda.
“La maroma es un patrimonio vivo en constante evolución, que ha demostrado una persistencia cultural en el mundo moderno”, comentó en entrevista la etnóloga Charlotte Pescayre, creadora y responsable del proyecto Correspondencias Maromeras en el que participan compañías maromeras de Veracruz, Guerrero, Oaxaca y Puebla.
El encuentro es el cierre del proyecto, que contó con tres Correspondencias Maromeras durante los meses de abril, mayo y octubre del 2017. El propósito de su realización es la salvaguardia de la continuidad de esta práctica tradicional en su contexto festivo y religioso.
“Correspondencias Maromeras fomenta el diálogo intercultural e interregional en México. Se sustenta en la cooperación entre las diferentes compañías conscientes de la importancia de la maroma como patrimonio cultural de sus pueblos”, comentó la organizadora.
La práctica de la maroma se manifiesta como una ofrenda hacia una divinidad, generalmente al santo patrono del pueblo o como pedimento a una divinidad local, según cada región, explicó. En cuanto al elemento festivo, este espectáculo convoca a la reunión entre los habitantes del lugar, quienes se divierten con las destrezas de los artistas de la acrobacia y la comedia.
Pescayre comentó que tanto las Correspondencias como el Encuentro Nacional tienen como objetivo “reforzar la cooperación entre las diversas compañías de maromeros que vienen de culturas muy diversas, como la mixteca, zapoteca, mixe y nahua. Es una oportunidad para que se conozcan -ya que la comunicación entre ellos era casi nula- y a su vez se genere un intercambio cultural a largo plazo”.
La investigadora y también equilibrista, desde hace más de una década, agregó que esta reunión nacional obliga a abordar el tema del riesgo de desaparición de la maroma, pues, dijo, “se ha identificado la dificultad para mantener la cadena de transmisión del conocimiento a las nuevas generaciones en algunas regiones, combinado con un fuerte índice de migración de la población rural. Aunado a ello, esta expresión cultural se enfrenta a su empleo con fines comerciales, en un contexto turístico”.
Correspondencias Maromeras es el proyecto ganador del año pasado de los Fondos Concursables del Centro Regional para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de América Latina (CRESPIAL), instancia cuya presidencia del Consejo de Administración recae en México, durante este año, a través de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas de la Secretaría de Cultura.
A decir de la responsable de estos intercambios, la historia de la maroma en nuestro país se remonta desde el siglo XVI, donde algunos elementos de origen prehispánico y de artistas europeos se fusionaron para dar paso a este espectáculo, el cual con el tiempo se ha ido transformando, excepto en su esencia religiosa y festiva.
“En la Ciudad de México tuvo una presencia muy fuerte en los siglos XVIII y XVIII, antes de que llegaran los circos. Cuando esto sucedió, la práctica se trasladó a las poblaciones más pequeñas al sur de México”, argumentó Pescayre.
Para la construcción de este vínculo entre los maromeros y que las mismas comunidades revaloraran la figura de estos artistas dentro y fuera de su tierra, se llevaron a cabo tres Correspondencias Maromeras. La primera de ellas fue en abril, en el municipio de San Miguel Amatitlán, región mixteca de Oaxaca. Estuvieron como invitados el colectivo de Cuautinchán Puebla y Transatlancirque, compañía a cargo de Charlotte Pescayre quienes compartieron e intercambiaron experiencias en torno a esta disciplina artística.
La segunda correspondencia sucedió en Santa María Tlahuitoltepec, en la región mixe de Oaxaca, donde actuaron los maromeros zapotecos de Santa Teresa, Veracruz. Acudieron más de 50 maromeros a los talleres previos y se presentó un libro dedicado a la memoria del colectivo Comuneros del Viento, quienes festejaron su 25 aniversario.
La tercera correspondencia se desarrolló en octubre, en Santa Teresa, Sochiapan, en Veracruz, con la participación de los maromeros oaxaqueños de San Miguel Amatitlán, así como la compañía Transatlancirque. Además de las funciones dentro de la fiesta patronal de esta localidad, se exhibió una exposición fotográfica con la cual también se contará en el Encuentro.
El Primer Encuentro Nacional de Maromeros se llevará a cabo el sábado 6 y domingo 7 de enero de 2018 en la explanada municipal de Cuautinchán, Puebla. La fiesta se inaugurará el sábado a las 12:00 horas, con los Maromeros de Acatlán Guerrero, acompañados de la banda de viento Cheto Jr. y su banda ZitlalTK. A las 20:00 horas actuarán los Maromeros y trapecistas Comuneros del Viento de Tlahuitoltepec, Oaxaca, con la banda de viento Kalok liy.
El domingo 7, a las 14:00 horas, se presentarán los anfitriones del lugar, los Maromeros de Cuautinchán, Puebla. Después, a las 16:00 horas, exhibirán sus números artísticos las compañías Maromeros Zapotecos de Santa Teresa, Veracruz, acompañados de “Flautín” de San Francisco Rancho Nuevo, de Acatlán, Puebla; y Transatlancirque con la banda de viento Kalok liy. La entrada es libre.
Se consolidó el programa México. Cultura para la Armonía para mejorar las condiciones de convivencia social
Durante 2017 se consolidó el programa México. Cultura para la Armonía de la Secretaría de Cultura con diversas acciones en los 32 estados del país que buscan generar condiciones de convivencia social.
El director general de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, Jacinto Chacha, instancia encargada de operar el programa, señaló que esta iniciativa es una política transversal de la Secretaría de Cultura que trabaja sobre todo en aquellos sitios de vulnerabilidad de la población.
En este sentido, dijo, son ya 90 los colectivos que se han formado en las distintas entidades para ofrecer talleres en diversas disciplinas desde la gráfica, la pintura y la fotografía, hasta el teatro, la radio comunitaria y el circo tradicional en 79 municipios en situación de vulnerabilidad.
El programa México. Cultura para la Armonía se creó en 2013 para contribuir a la restitución del tejido social y acompañar a las comunidades en la recuperación de los espacios públicos para el disfrute de la sociedad mediante actividades artísticas y culturales. Actualmente México. Cultura para la Armonía forma parte de las líneas de acción de la Secretaría de Cultura que encabeza su titular María Cristina García Cepeda.
“Todos los estados participaron con distintos temas, en Oaxaca procuramos a las radios comunitaria porque hay un arraigo de esta forma de comunicación en las comunidades originarias, pero hay otros estados que han elegido el taller de gráfica o de pintura mural”, refirió el director de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas.
En materia musical, el programa trabajó en Michoacán con 15 circuitos artísticos en los 13 municipios que conforman la zona de Tierra Caliente, con la participación de grupos de música tradicional, y en estados vecinos como Guerrero, Jalisco y el Estado de México.
México. Cultura para la armonía continuó con Cine Sillita, programa que ofrece funciones de cine al aire libre, para fomentar la recuperación del espacio público.
El director general de Culturas Populares indicó que junto con el Sistema Nacional de Fomento Musical, fueron apoyados dos proyectos: el Coro Indígena de Zozocolco en Veracruz y la Escuela de Música de Tamaulipas.
Adicionalmente a la existencia de estos colectivos, México. Cultura para la Armonía, destacó Jacinto Chacha, se amplió con la inauguración de techumbres, espacios que brindan servicios culturales y actividades formativas para niños, adolescentes y sus familias localizados en Iguala, Guerrero; Tapachula, Chiapas, y dos en Tijuana, importantes puntos de flujo migratorio.
El programa México. Cultura para la Armonía, en Michoacán, contempló talleres de laudería, en los cuales los participantes aprendieron a crear arpas, guitarras y violines, además de instrumentos tradicionales como la tamborita y la jarana de golpe.
Además, se capacitó en temas de promoción comunitaria, se desarrollaron actividades orientadas al reconocimiento de los derechos de los niños y jóvenes, actividades lúdicas para los niños, formativas para los jóvenes, de música, de teatro y actividades corales.
Con todas estas acciones, comentó el director general de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, México. Cultura para la armonía tuvo un buen año para impulsar la generación de condiciones para mejorar el tejido social en zonas que han sido escenarios de violencia.
Durante 2017 se consolidó el programa México. Cultura para la Armonía de la Secretaría de Cultura con diversas acciones en los 32 estados del país que buscan generar condiciones de convivencia social.
Fotografías de Ramona Miranda, Jorge Vargas / Secretaría de Cultura y cortesía