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La flor de nochebuena, herencia de México para el mundo

Ciudad de México, a 15 de diciembre de 2018

La flor de nochebuena, herencia de México para el mundo

  • Entre los mexicas simbolizaba la pureza y la nueva vida que obtenían los guerreros muertos en batalla, además de conferirle un uso medicinal.
  • Los misioneros franciscanos aprovecharon el uso ritual de los pueblos originarios para adaptarla a la celebración de la Navidad.

La flor de nochebuenaLa flor de nochebuena es una de las herencias bioculturales de México con mayor presencia durante las fiestas decembrinas alrededor del mundo. Su historia se remonta a los pueblos originarios de nuestro país. Para los mexicas simbolizaba la pureza y la nueva vida, atributos que retomaron los frailes al colocarla en los Nacimientos, previo a la celebración de la Navidad.

“El amor de nuestros antepasados hacia plantas y flores se revela en la creación de jardines botánicos que albergaban especies maravillosas. Nezahualcóyotl fundó el primero del que se tiene noticia, reunió una espléndida colección y mandó pintar las plantas y flores que no podía obtener para que hubiera constancia de ellas”, refiere Sonia C. Iglesias y Cabrera en el libro Navidades mexicanas, editado por la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU) de la Secretaría de Cultura.

Reyes mexicas también eran afectos a los jardines botánicos, escribe la antropóloga. La diversidad y belleza de plantas y flores impresionó a los conquistadores españoles, quienes advirtieron los múltiples usos que los indígenas les daban: ornamental, medicinal, como alimento y para ceremonias rituales. Fue el caso de la flor de nochebuena, en náhuatl cuetlaxóchitl, “la flor que se marchita”.

Esta flor ritual se empleaba en varias celebraciones del amplio calendario festivo, sobre todo en la fiesta llamada Tlaxochimaco, del noveno mes, dedicada a Huitzilopochtli, el dios de la guerra asociado al Sol.

“La cuetlaxóchitl simbolizaba para los mexicas la pureza y la nueva vida que obtenían los guerreros muertos en batalla. Se pensaba que regresaban a la tierra a libar de la miel de esta planta. Por eso se colocaba en los altares dedicados a los guerreros muertos en cumplimiento de su deber. A menudo, es mencionada en la literatura nahua, especialmente en los cantos de amor y filosofía”, menciona la también lingüista.

Por su parte, Amparo Rincón Pérez, jefa de Arte Popular de la DGCPIU, señala que, entre sus usos, además del ritual, los aztecas la cultivaban para extraer de sus pétalos machacados tinta para sus textiles y cueros, mezclados con la resina de los pinos -oxtle- y otros elementos. Además, a través del empleo de cataplasmas o fomentos, su sabia era aprovechada en el tratamiento de fiebres y algunas enfermedades de la piel.

De acuerdo con las experiencias del médico y botánico español Francisco Hernández de Toledo, en el siglo XVI la nochebuena también se empleaba para aumentar la leche en las mujeres que amamantaban.

Iglesias y Cabrera refiere que esta planta es originaria de un poblado (ahora desaparecido) denominado Cuetlaxochitlán, cercano a Taxco, en el estado de Guerrero, dándose en clima cálido durante los meses de noviembre y diciembre.

Durante la Colonia, los misioneros franciscanos la utilizaron para adornar las iglesias y belenes aprovechado su anterior uso ritual y observando que su florecimiento -el encendido color rojo de las hojas- sucedía durante las festividades decembrinas.

La internacionalización de la nochebuena, también conocida como flor de pascua, flor de fuego, santa Catarina, catalina y bandera, entre otras denominaciones, sucedió en el siglo XIX, cuando Joel Poinsett, botánico y primer embajador norteamericano en México, la llevó a su pueblo natal, Charleston, en Carolina del Sur, donde pronto se aclimató y se difundió por los demás estados de la Unión Americana, para después llegar a Europa.

A decir de Iglesias y Cabrera, Poinsett nunca mencionó que fuera una flor mexicana, y durante mucho tiempo se pensó que su origen era norteamericano; incluso uno de los nombres con que se le conoce es Poinsettia pulcherrima. Hoy en día los horticultores han desarrollado otras variedades de la nochebuena, con hibridaciones que dan como resultado tonalidades como el amarillo, rosado, durazno, rojos más vivos o jaspeados.

Millones de hogares y espacios públicos son adornados con la flor de nochebuena, emblema de México y símbolo en todo el mundo durante las celebraciones decembrinas

La vida en un cajita

A partir del viernes 14 de diciembre en el Museo Nacional de Culturas Populares

La vida en un cajita. Imágenes costumbristas nos invita a redescubrir objetos de nuestras vidas

  • La muestra está conformada por 31 cajas de pequeño formato que develan escenas en miniatura de la vida cotidiana y celebraciones.
  • Las piezas están realizadas en materiales como barro, cobre, madera, fibras vegetales, textiles, vidrio, cartón, cuero y papel.

CARPETA LA VIDA EN UNA CAJITA 2017 0001La Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas presenta la exposición La vida en una cajita. Imágenes costumbristas, a partir del viernes 14 de diciembre en el Museo Nacional de Culturas Populares.

La muestra está conformada por 31 cajas en pequeño formato, pertenecientes a la colección del museo, que ilustran con ingenio y detalle objetos artesanales en miniatura en su interior: una cocina tradicional, zapatería, mercado, cantina, nevería, merendero, tienda de abarrotes; así como el circo y algunos altares del Día de Muertos, entre otros.

A partir del viernes 14 de diciembre y hasta el domingo 3 de febrero del próximo año, el público podrá disfrutar de esta exposición en la Sala Cristina Payán con objetos que remiten a los recuerdos, a través de los objetos de afecto, inherentes a la vida cotidiana de nuestro país, donde se ven representadas las múltiples culturas de la geografía mexicana.

María Teresa Romero y José Valdez, ambos egresados de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, son los creadores de estas piezas que capturan un tiempo, una añoranza y una sorpresa que se deja al descubierto cuando se abre alguna de estas pequeñas cajas de madera.

El encargado de diseñar las portadas, que dan una primera pista de lo que se encontrará adentro, es José Valdez, oriundo de Torreón, Coahuila, quien, por invitación de María Teresa Romero, responsable de investigar y realizar el montaje de los elementos en miniatura que componen estas escenas, tuvo la iniciativa de fundar el taller El Ocotal, hace más de dos décadas.

Los autores viajaron por distintas ciudades y pueblos de México, de donde obtuvieron la inspiración para capturar las diferencias de cada región y luego recrear los recursos iconográficos del lugar para elaborar a detalle estos pequeños ambientes.

Los asistentes podrán apreciar el trabajo de los artesanos de varias entidades del país, quienes sorprenden con creaciones cuyas dimensiones son de apenas unos centímetros, llenas de realismo, colores, formas e ingenio. Sin olvidar el empleo de materiales como madera, cobre, barro, fibras vegetales, textiles, vidrio, cartón, cuero y papel.

Aunque ambos artistas continuaron por caminos distintos, dejaron un legado que conforma este mundo inagotable de escenas costumbristas guardadas dentro de una de unas “cajitas”. En ellas se da cuenta de un momento de la vida, un recuerdo o una tradición representado en un libro, una fotografía, una muñeca, una cazuela de cobre o una ofrenda.

La exposición La vida en una cajita. Imágenes costumbristas permanecerá abierta hasta el domingo 3 de febrero de 2019, en la Sala Cristina Payán del Museo Nacional de Culturas Populares, ubicado en Av. Hidalgo No. 289, col. Del Carmen, Coyoacán, en la Ciudad de México.

Día Mundial del Músico

 ISA2970En el Día Mundial del Músico la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas

reconoce a los creadores de este arte

  • Hace más de medio siglo, cada 22 de noviembre la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) estableció el Día Mundial del Músico en honor a Santa Cecilia, a quien el Papa Gregorio XIII declaró Patrona de los Músicos, en 1584.

En México, la música representa una de las manifestaciones culturales que más han contribuido a construir nuestra identidad. La diversidad de sonoridades que se extiende a lo largo y ancho de la geografía nacional constituye uno de los valores que más determinan e identifican a un pueblo o comunidad.

Desde su creación hace 40 años, la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU) de la Secretaría de Cultura ha ejercido como uno de sus principales ejes de acción la salvaguarda, difusión y enaltecimiento de la riqueza musical de nuestro país. Esto gracias al impulso y creación de programas, festivales y encuentros, entre otras actividades, que han hecho posible la consolidación de su compromiso institucional para el fortalecimiento del Patrimonio Cultural Inmaterial y la Diversidad Cultural de México.

Agrupaciones, colectivos y músicos de varias regiones del país han formado parte de estos programas, como el caso del Festival de la Huasteca, que este año llegó a su vigesimotercera edición, donde la música tradicional de los pueblos originarios de esta milenaria región convive con sones y ritmos populares surgidos del mestizaje.

Por su parte, el encuentro Tradiciones y Fusiones Musicales. Propuestas Indígenas, ha promovido la creatividad y las experimentaciones en lengua materna y fusiones sonoras de jóvenes músicos y compositores, haciendo posible que este año se celebra el Segundo Concurso Nacional de Composición.

Otro de los programas a destacar en esta materia es Sonidos de México. Sonidos de la Tierra, que a lo largo de varias ediciones se ha propuesto revalorar y difundir la música de cantautor, popular y de fusión de nuestro país.

Como una manera de continuar motivando este dinamismo y promoción de la tradición musical de nuestros pueblos y comunidades, recientemente se llevó a cabo el Encuentro Peninsular Maya Pax, manifestación cultural de música y danza, surgida durante la Guerra de Castas y que hoy en día ha tomado gran fuerza en varios territorios de la región.

Sumado a estas actividades, este año también se llevó a cabo el festival ¡La cultura vale! Danzón, donde el público disfrutó de la música y el baile de uno de los géneros más populares en nuestro país, de la mano de danzoneras de reconocida trayectoria, al mismo tiempo que se llevaron a cabo conversatorios en los que especialistas aportaron nuevos enfoques en torno al tema.

Por su cuenta, la creación de letras y armonías que nutren el repertorio musical de México fueron el eje del Tercer Concurso ¡Viva la canción de autor!, iniciativa apoyada por la DGCPIU, donde nuevos participantes se abrieron camino y dieron a conocer sus propuestas musicales y en composición.

Se suman a la lista de actividades apoyadas por la Dirección General de Culturas Populares, Indígena y Urbanas el Festival de la Décima Guillermo Cházaro Lagos y el Encuentro de Son Jarocho. Fiesta de las jaranas y las tarimas, así como varias presentaciones de discos y conciertos con creadores que enaltecen y aportan con su trabajo el abanico musical de México y Latinoamérica.

Por su parte, en las Unidades Regionales de la DGCPIU distribuidas a lo largo del territorio nacional, se llevan a cabo de forma permanente programas y actividades que impulsan nuestra cultura musical, como talleres de son jarocho, danza y otras manifestaciones asociadas a la música para niños y jóvenes, que en un futuro tomarán la estafeta de las nuevas agrupaciones y sociedades de músicos populares.

Las presentaciones editoriales también han formado parte de esta larga lista de proyectos. La más reciente, la publicación del libro Culturas Musicales de México, volúmenes I y II, coordinada por la etnomusicóloga Xilonen Luna Ruiz y Jacinto Chacha Antele, titular de la DGCPIU. En esta edición, se reúne el trabajo de más de una treintena de especialistas, etnomusicólogos, antropólogos y músicos, que invitan al lector a conocer la importancia de las músicas que se generan de manera colectiva en regiones y microrregiones, desde la época de la Conquista hasta la actualidad.

En este Día Mundial del Músico la DGCPIU se suma a los festejos de esta manifestación cultural, a través de acciones que impulsan y fortalecen permanentemente este arte inherente a la cultura popular, indígena y urbana de nuestro país.

MAB

Se presentó Roble florido, publicación que reúne la obra del decimista Guillermo Cházaro Lagos

46918725 2194158914187970 2696135122716983296 oSe presentó Roble florido, publicación que reúne la obra del decimista Guillermo Cházaro Lagos

  • La obra incluye poesía inédita y un disco con producción poética del músico originario de Acayucan, Veracruz.

La lírica del Sotavento veracruzano en voz, puño y letra del destacado poeta tradicional Guillermo Cházaro Lagos (1919-2010) se reunió en el libro-CD Roble Florido. Décimas de Guillermo Cházaro Lagos, proyecto auspiciado por el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC) de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU) de la Secretaría de Cultura.

Los compiladores de la obra Jordi Balderas, Fernanda Díaz y Adyari Cházaro, hija del compositor, reunieron casi una treintena de composiciones representativas, algunas inéditas, creadas en distintos momentos de la vida del versador.

La presentación se llevó a cabo el martes 27 de noviembre en el Museo Nacional de Culturas Populares, donde familiares, amigos y músicos recordaron a “Tío Guillo”, como cariñosamente se le conocía a Guillermo Cházaro Lagos.

En ella, el trovador decimero Diego de Jesús Cruz Lara “El almendro florido”, Adyari Cházaro, hija de don Guillermo y Jacinto Chacha Antele, titular de la DGCPIU, se congratularon de que las nuevas generaciones de músicos y compositores puedan conocer y revalorar a través de esta publicación el legado de este decimista veracruzano nacido en la localidad de Corral Nuevo, municipio de Acayucan, e hijo adoptivo de Tlacotalpan, Vereracruz.

Un manuscrito autobiográfico del poeta, versos y décimas, algunas con el título La Revolución, Canto a la Mujer, El Centauro, Romance a Santiago Tuxtla, El Bicentenario y ¡Adelante, mexicanos! forman parte de este libro que se acompaña de un disco en el que el propio Cházaro Lagos declama sus décimas, acompañado de los músicos arpistas Alberto de la Rosa e Iván Velasco y David Melgarejo, en la jarana y el bajo, respectivamente.

Durante su intervención, Jacinto Chacha Antele aseguró que la herencia literaria de don Guillermo constituye una apología de lo jarocho y la definición del ser jarocho desde sus diferentes vertientes culturales. “Era un personaje alrededor del cual -al igual que don Arcadio Hidalgo- se iba construyendo una especie de leyenda del Sotavento”. Asimismo, resaltó sus atributos como creador de una décima que hablaba vivamente de su tierra con un lenguaje poético de hondura.

En tanto, su amigo y colega, Diego de Jesús Cruz Lara, relató la vida y obra del también egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM y cómo en su camino se cruzó la poesía traducida a la décima espinela contenida en el son jarocho, con la que recorrió buena parte de la geografía nacional, además de Canadá, Cuba y Venezuela.

Resaltó que esta publicación enriquece el acervo poético del repertorio sonero del país. “El licenciado Guillermo Cházaro Lagos, mi maestro, vecino y gran amigo fue un pionero. Desde joven hizo décimas y se presentó en un sinnúmero de escenarios para declamar sus versos y eso lo convirtió en el maestro altruista y generoso para el extenso público que lo escuchó y se orientó en el dominio de un género que no pasa de moda”.

Cruz Lara agregó que “la poesía de Guillermo Cházaro no fue una adquisición temprana, debió cumplir un largo periplo antes de reencontrarse con su voz propia. Necesitó que transcurrieran más de cuatro décadas de su vida y que regresara a la costa veracruzana y a los húmedos llanos ganaderos y a su místico río para que encontrara aquellos que iban a ser los grandes temas de su obra poética”.

Adyari Cházaro agradeció el apoyo a este proyecto: “Estoy muy contenta de haber presentado el libro. Contiene obra inédita, escrita en los últimos años de la vida de mi padre, aunque también hay algunas décimas que ya son conocidas y que mucha gente nos pidió que se incluyeran en esta nueva publicación”.

Guillermo Cházaro Lagos publicó sus primeras obras de poesía Canto nuevo y Segundo ritmo en 1941 y 1942.  Después de varios años, en 1968 comenzó a publicar de nuevo y a partir de ahí se dedicó a incrementar su obra poética. En 1984 editó el libro Cantos del Papaloapan y, en 1991, Como la palma del llano.

En 1977 se convirtió en el primer mexicano en recibir la medalla “El Cucalambé”, otorgada por la Casa Iberoamericana de la Décima de las Tunas, en Cuba. En 1985 fundó el programa de radio “Viva la Cuenca”, con el propósito de dar a conocer a poetas y músicos tradicionales. Asimismo, fungió como director de la Casa de la Cultura en su estado natal y fue el responsable de coordinar el Taller Literario.

Ese mismo año fue reconocido en Veracruz por sus acciones en favor del desarrollo y promoción de la música tradicional y la poesía popular. Grabó dos discos, uno con el arpista Rubén Vázquez y otro con el grupo Siquisirí de Tlacotalpan.

En 2004 se instituyó la “Medalla Guillermo Cházaro Lagos” que se otorga a los decimistas con la mayor trayectoria, y la organización Que siga el fandango le rindió homenaje con el Festival de la Décima, que lleva su nombre.

La presentación del libro-CD fue amenizada con la participación de los músicos Eduardo Castellanos “Lalo Jaranas”, Víctor Reyes y el trovador Diego de Jesús Cruz Lara.

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Miradas Forasteras del Arte Popular Mexicano

46654547 2191227184481143 8576825385444966400 oCinco siglos de arte popular mexicano

vistos a través de miradas forasteras

  • Las experiencias de más de un centenar de personalidades de 22 países convergen en esta publicación que aporta nuevas visiones y significados al arte popular de México.
  • La obra retrata la multiplicidad de ramas artesanales, presentes en la geografía mexicana, cuya máxima expresión se encuentra en la vida cotidiana, indumentaria, festividades, costumbres y otras prácticas culturales.

Miradas forasteras al arte popular mexicano, libro editado por la Secretaría de Cultura a través de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU), se presentó el jueves 22 de noviembre en el Museo Nacional de Culturas Populares. La publicación, producto de una amplia labor de investigación por parte del historiador José N. Iturriaga, narra las impresiones de 138 reconocidos extranjeros sobre el arte popular y las artesanías mexicanas a lo largo de 500 años de historia.

Octavio Murillo Álvarez de la Cadena, Director de Acervos de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas; Luis Roberto Castrejón Durán, Director de Desarrollo Regional y Municipal -en representación de Jacinto Chacha Antele, titular de la DGCPIU-, y José N. Iturriaga, presentaron la obra.

Con asombro, admiración y rigor histórico, Iturriaga ofrece relatos vívidos y descriptivos de colonizadores, clérigos, científicos, escritores, fotógrafos, periodistas, diplomáticos, historiadores, antropólogos y premios Nobel provenientes de más de veinte países.

Destacadas son las figuras, de los siglos XVI al XXI, que se reúnen en esta publicación, como el conquistador español Hernán Cortés; fray Bernardino de Sahagún; el científico Alexander von Humboldt; el litógrafo italiano Claudio Linati; la emperatriz Carlota; la Premio Nobel de Literatura Gabriela Mistral, así como los escritores y poetas David H. Lawrence, Graham Greene, Simone de Beauvoir, B. Traven, Italo Calvino, Seamus Heaney y Francisco Solano, por mencionar algunos.

Como bien lo refiere José N. Iturriaga en la introducción de la obra, México es uno de los principales países de la Tierra en lo que respecta a la riqueza de su arte popular, lo mismo en su diversidad lingüística -ocupa el segundo lugar con 62 lenguas vivas, después de China-. Todo ello, aunado a su biodiversidad y múltiples prácticas culturales étnicas, ha generado un crisol que se ha convertido en un imán para los ojos foráneos.

“Cuando nos visitan extranjeros, generalmente su asombro lo provocan aspectos que para nosotros son cotidianos. Valgan como ejemplo los panes de muerto con huesos simulados, las calaveritas de azúcar con nuestro propio nombre en la frente y los pequeños ataúdes y esqueletos como juguetes para los niños; ante ello, los forasteros, sobre todo los no latinos, se pasman y desconciertan”, expresa el autor.

Y añade: “Por eso los otros son a menudo un espejo en el que podemos observarnos y, aunque a veces distorsionen la imagen, en tal caso nos ayudan, por contraste, a ubicar mejor nuestra identidad nacional”. Iturriaga cita las palabras de Andrés Henestrosa para profundizar en esta idea: “Todos los viajeros, así el que niega como el que afirma, el que atina como el que yerra, han contribuido con sus luces y con sus sombras a crear la imagen de México, a hacerle su mitología y su historia”.

En esta obra, de vasta bibliografía, el autor da cuenta de las huellas documentales que dejaron los viajeros a través de relatos y descripciones de sus periplos mexicanos; crónicas, historias, reportajes, diarios de viaje, investigaciones, informes, poemas, novelas, cartas y escritos en los que es frecuente la alusión a nuestro arte popular en cualquiera de sus manifestaciones.

Españoles, estadunidenses, franceses, británicos, italianos, austriacos, belgas, checoslovacos, chilenos, nórdicos, polacos, rusos, cubanos, argentinos, brasileños, colombianos, holandeses, iraníes, peruanos y suizos dejaron en papel su visión del arte popular mexicano expresado en la vida cotidiana, las festividades y los rituales.

La geografía mexicana fue el lienzo perfecto para guardar la memoria de sus recorridos por Oaxaca, Puebla, los Altos de Chiapas, la sierra de los huicholes, la meseta purépecha de Michoacán y la ciudad de Guadalajara. Asimismo, Veracruz, Hidalgo, Guerrero y Yucatán, aunque en esta publicación está presente casi toda la República Mexicana.

En cuanto a las ramas artesanales, aparece con mayor frecuencia en los escritos la de los textiles; sin olvidar la cerámica y alfarería, cartonería, pirotecnia, orfebrería, mueblería popular, bordado con chaquira, herrería, labrado en madera, alfombras florales, cuchillería, miniaturas, talabartería, lacas, arte plumario, tejidos de palma, bejuco y mimbre.

Se suman textos relativos a festividades como el Día de Muertos, la Semana Santa, los Carnavales y otras fiestas, pues como lo explica el autor, “son el ámbito natural donde nacen y se desarrollan muchas manifestaciones artísticas de nuestro pueblo. Caso parecido es el de los mercados, crisol cultural de atavíos, artesanías, culinaria y otras maravillas”.

Amparo Rincón Pérez, coordinadora de Arte Popular de la DGCPIU, considera que una de las aportaciones de esta publicación es que muestra una mirada enfocada en el arte popular mexicano y la artesanía; desde la elaborada por los pueblos originarios como la creada a raíz del mestizaje español y africano, a través de los ojos de visitantes extranjeros que se desempeñaban en distintas disciplinas.

“Esto puede ser un elemento importante de investigación para estudiosos en el tema que buscan los antecedentes de un objeto, su evolución, preservación y vigencia. Con múltiples visiones, el abanico se amplía y estamos ante la posibilidad de resignificar el arte popular mexicano y su simbolismo. A la vez, nos regala un inventario de cosas que existían y hoy han desaparecido”, resaltó la antropóloga.

José N. Iturriaga, es autor de 65 libros y ha colaborado en otras publicaciones en colectivo. Fue Director General de Culturas Populares (1995-2000) donde implementó el Programa Nacional de Biodiversidad y Cultura Popular. Asimismo, fue responsable de la colección de Recetarios Indígenas y Populares de México, Recetarios Antiguos de México y los mapas de la diversidad cultural de México y de las cocinas regionales.

Miradas forasteras al arte popular mexicano estará disponible en Librerías Educal.

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