Gonzalo García Cedillo, el trovador del pueblo
- Dedicado también a la labranza y la ganadería, el cantautor plasmó en sus temas la belleza del campo mexicano
- Sus composiciones han sido interpretadas por artistas como Antonio Aguilar, el Mariachi Vargas de Tecalitlán y Los Cadetes de Linares
Un 10 de enero de 1932 nació en Xochimilco el compositor Gonzalo García Cedillo, quien, como el nombre del lugar que lo vio nacer -cuyo significado en náhuatl es “tierra de labranza”- desde pequeño se dedicó a las labores del campo.
Fueron sus padres, Claudio García y Gregoria Cedillo, quienes le enseñaron el apego por el trabajo de la tierra, el cual transmitió a los nueve hijos que tuvo con Asunción Ramírez Jiménez, su esposa. Con ella se fue a vivir a San Salvador Cuauhtenco, Milpa Alta, donde comenzó a darle forma a sus composiciones y melodías.
“Teníamos un establo con vacas. Las atendíamos y después de darles alimento mi padre iba por una libreta y empezaba a escribir. Después de dos o tres horas, comíamos toda la familia reunida y, luego de reposar los alimentos, tomaba su guitarra y comenzaba a ponerle música a sus letras”, recuerda Javier García Ramírez, el sexto de sus hijos.
Con estrofas y versos que plasmaban la belleza del campo mexicano, sus composiciones poco a poco fueron conociéndose entre su círculo de amigos, algunos también compositores. Su primer tema grabado fue Mi Chatita, por el cantante de ranchero Alberto Álvarez. Esta pieza posteriormente fue interpretada por artistas como Esteban Velázquez, el dueto San Martín, Lupe y Polo, Javier Herrera, y el Mariachi Fama, entre otros.
Su segunda melodía grabada en el género de bolero fue Un beso de fuego, también por el Mariachi Fama en 1972, seguida este mismo año por Tu ausencia”, por el grupo de música norteña Los Alegres de Terán y, posteriormente en 1978, por Los Gallitos del Sur.
“En las reuniones del pueblo mi papá manejaba las palabras no como un político, sino como un poeta para que sonaran diferente. A los eventos que asistíamos le gustaba cantar sus temas y la gente se preguntaba: ¿De dónde es esa música”, refiere Javier García, igualmente compositor.
Un nombre muy importante en su trayectoria fue el también autor Benjamín Sánchez Mota, quien le producía sus discos “y le ayudaba para que las melodías salieran”. Sus canciones así fueron incorporándose al repertorio de otros artistas, como Los Rancheritos de Topo, Los Rancheros de Terán de Lupe Reyes, o Los Viajeros del Norte, hasta llegar a ser interpretado por exponentes como Antonio Aguilar, Los Cadetes de Linares o el Mariachi Vargas de Tecalitlán.
“Mi mamá aún vive. Tiene 85 años y quiero que ella participe en este proceso de reconocimiento de la música de mi padre. Él murió a los 52 años, cuando yo tenía 14. No escribió en un solo género ni se quedó en un solo ritmo, esa fue su virtud y la ventaja que tuvo para que sus temas trascendieran”.
El paseante, Nada me importa de ti, Fue un viaje de placer –que habla de sus recorridos por el Metro Taxqueña–, No te rajes corazón, Sólo fue un sueño y El sureño alegre son otros de los temas que han sonado en la radio no sólo de México, sino también en el extranjero.
“Me sorprendió mucho cuando me entregaron registros de su música en la radio de España o de Perú. En 2017 cumplió 33 años de muerto. Mucha gente que ha escuchado sus temas los piden, pero no saben de quién son”, añade su hijo.
Y concluye: “Tiene alrededor de 60 composiciones registradas, y entre 100 y 120 están pendientes de registro. Para mí su legado más importante es que su obra trascendió a las otras generaciones, con piezas que se quedaron ya en la historia”.
EOV